Detalles asombrosos del asesinato de Luis Arturo Aravena Ramos (45). El acusado del homicidio es el hijo de una vecina y tiene 23 años. Se lo conocía por cometer robos.
Por Fernando del Rio
Luis Arturo Aravena Ramos (45) no tenía muchos bienes. Vivía en una casa prestada con muy poco amoblamiento. Apenas una mesa, unas sillas y ni siquiera una cama: tiraba unos colchones en el piso para dormir. Tal vez lo que había de más valor allí era una garrafa y un televisor, o quizá era lo único, y eso es lo que fue a buscar Ezequiel Orbes (23).
Para los investigadores no hay ninguna duda de que fue Orbes quien atacó con inusual brutalidad a Aravena Ramos, tan solo para despojarlo de aquellos dos objetos. Tal la convicción de la fiscal Florencia Salas que en la tarde de este jueves se lo detuvo y se lo acusó de uno de los delitos más graves del Código Penal: “homicidio criminis causa”. Esto significa dos cosas. La primera de ellas es que Orbes mató a Aravena Ramos para asegurase su impunidad, al ser descubierto mientras cometía el robo. La segunda es que si todo se confirma, se le aplicará una pena de prisión perpetua.
El crimen perpetrado dentro de una casa del barrio Santa Rosa del Mar asombró por su violencia a los investigadores, quienes desde la misma mañana del miércoles, cuando tomaron conocimiento de lo ocurrido, mantuvieron una actitud de hermetismo para poder esclarecerlo lo antes posible. Así, ni la fiscal Florencia Salas ni el personal interviniente de la DDI Mar del Plata dejaron escapar información para enfocarse en la hipótesis que tenían desde un primer momento: que el hijo de una vecina de Aravena Ramos era el asesino. Ese era Orbes.
De acuerdo con el relato de algunos testigos y a los cálculos que realizaron los forenses en la operación de autopsia, todo comenzó cerca de la medianoche del martes en la casa de la esquina de calle 449 y avenida Centeno o Antártida Argentina o Camino Viejo a Miramar, como se quiera. En ese momento Orbes, que ya había comentado a alguien que iba a intentar robarle algo al “Chileno”, se dirigió hasta la parte de adelante de aquel domicilio. En la parte de atrás había pasado las últimas noches porque allí vive su madre.
Nadie puede saber con precisión lo que sucedió, pero a juzgar por la escena del crimen hallada a la mañana siguiente, se cree que Aravena Ramos descubrió a Orbes robándole la garrafa y el televisor, intentó oponerse y se trenzó en lucha.
La mesa dada vuelta y cosas caídas por el piso hablan por sí solas de una pelea. Una pelea brutal y despareja: Aravena Ramos presentaba cerca de 50 puñaladas, muchas de poca profundidad, superficiales, y otras dos en el cuello mortales. El cadáver estaba junto a los colchones en medio de un gran charco de sangre.
Así fue como lo encontró el dueño de la casa que llegó el miércoles a la mañana y al ingresar dio con semejante imagen.
La investigación
La policía supo del crimen pasadas las 10 del miércoles y cuando los primeros investigadores arribaron a la casa, se dedicaron a recoger testimonios. Quien había desaparecido era Orbes y algunos testigos indicaron que lo habían visto de madrugada escapar hacia la zona del “basurero”. Vale decir que la casa se encuentra a 300 metros de la calle que sale hacia el acceso al predio de Disposición Final de Residuos.
Con esa información empezó la tarea de rastreo de Orbes y una de las averiguaciones iniciales fueron sobre el perfil criminal. “Es un tipo al que lo corrieron de algunos barrios porque se la pasaba robando. En el barrio estaban cansados de sus robos”, dijeron testigos a LA CAPITAL.
La fiscal Salas solicitó el allanamiento de la casa del fondo, donde Orbes había pernoctado los últimos días, y logró el secuestro de un pantalón lleno de sangre y también la sábana en donde se habría apoyado para cambiarse.
Se sabía que a Orbes no se lo iba a encontrar en ese lugar, por lo que se inició un rastrillaje por la zona sur hasta llegar al barrio San Jacinto. Allí, en la calle 433 al 1600 funciona el comedor o merendero “Semillita”, en cuyas inmediaciones muchas veces Orbes se juntaba con otros jóvenes.
La DDI Mar del Plata, a través de sus policías especializados del Gabinete de Homicidios, tenía el dato de que Orbes podía vestir una campera naranja. Cuando los policías se acercaron, vieron a un joven con ese tipo de vestimenta y de inmediato lo detuvieron: era Orbes.
Las zapatillas negras con suela blanca que llevaba puestas en el momento de la detención fueron secuestradas de inmediato. Es que en la escena del crimen, sobre las manchas de sangre, quedaron las huellas de una suela deportiva.
Orbes quedó imputado del delito de homicidio criminis causa, fue trasladado a la cárcel de Batán y en las próximas horas la fiscal Salas le tomará declaración.